Pautas para ayudar a niños en duelo
Los niños expresan el dolor a su manera
En generaciones anteriores, cuando los abuelos solían vivir con la familia, la muerte era una parte más natural de la experiencia de un niño y a menudo ocurría en el hogar. Los niños eran testigos directos del proceso de envejecimiento y de la muerte.
Sin embargo, en la actualidad, es más probable que la muerte ocurra en un hogar de ancianos o en un hospital, lejos de los ojos y las experiencias de los niños. Como resultado, la exclusión de la muerte de las vidas de los niños requiere que les enseñemos explícitamente sobre la muerte y el dolor.
A pesar de que el psicoanalista Sigmund Freud sostuvo en su obra Duelo y melancolía que los niños pequeños no tienen la capacidad de hacer duelo, la investigación contemporánea ha llegado a la conclusión de que los niños son capaces de aceptar la muerte y expresar el dolor, a menudo de manera más intermitente y durante períodos más prolongados que los adultos.[i] Pero también abordan el dolor y lo procesan de manera diferente a los adultos.
El duelo ayuda a adultos y niños a curarse de su dolor, y es una reacción natural a la muerte de un ser querido. A veces, los adultos que tratan de proteger a los niños del dolor de la pérdida a menudo tratan de protegerse a sí mismos. Tenga en cuenta estas sugerencias para cuando los niños lidien con el dolor:
- Permita que los niños expresen el dolor a su manera y en su propio tiempo.
- No presione a los niños para que reanuden sus actividades normales si no se sienten preparados.
- El sentimiento de los niños puede surgir a través de su comportamiento y del juego, no a través de hablar y discutir, simplemente porque no son capaces de verbalizar lo que están sintiendo (por ejemplo, los niños pueden reír o jugar en un momento que se siente inapropiado para un adulto).
- Las reacciones normales de los niños ante la muerte podrían materializarse como "estallidos de pena" que son seguidos por el juego y las actividades normales.
Consejos para hablar sobre la muerte con un niño
- Mantenga las líneas de conversación abiertas: los niños deben sentir que está bien hablar sobre la muerte y el dolor, y que sus sentimientos de enojo, tristeza, miedo y arrepentimiento son normales. Los adultos deben hacerle saber a un niño afligido que están disponibles para escuchar y ayudar. El abrazo y el tacto ayudan al niño afligido a sentirse seguro al expresar sus emociones, brindándole la tranquilidad de un amor y cuidado continuos. Alan Wolfelt considera que si se les ignora, los niños en duelo pueden sufrir más a causa de la sensación de aislamiento que por la pérdida en sí misma.[ii] Al mismo tiempo, los adultos deben respetar los deseos de los niños de no hablar sobre su dolor.
- Sea consciente de lo que usted dice y de lo que los niños hacen: los niños pueden reprimir su dolor o percibir expectativas poco razonables si se les dice cosas como "No llores. Tienes que ser fuerte" o "Ahora eres el hombre de la familia" o "Sé una buena niña. Tu mamá necesita de tu ayuda ahora más que nunca". No debe permitirse ni esperarse que los niños en duelo asuman el rol adulto de "confidente" o compañero del padre sobreviviente.
- Comparta sus propios sentimientos con los niños: los adultos que no ocultan su propia tristeza les enseñan a los niños que los sentimientos están bien y que no hay vergüenza o soledad asociada con el dolor. Sin embargo, también es cierto que los adultos no deben llorar profusamente y en forma prolongada frente a un niño, ya que estos comportamientos pueden asustar o preocupar a un niño.
Los padres pueden verse tentados a "enviar a los niños lejos" (a la casa de un pariente o amigo) después de una muerte, ya sea para protegerlos de sentimientos dolorosos o porque es difícil cuidarlos mientras los padres mismos están sufriendo. Solo tenga en cuenta que durante el período de duelo, los niños a menudo se sienten más cómodos con el entorno y las rutinas familiares, y la separación puede aumentar sus temores sobre el abandono.
El papel de la fe y la religión
La religión es una importante fuente de fortaleza para muchos adultos y niños durante el proceso de duelo. Sin embargo, debe tener en cuenta que los niños a menudo toman las cosas literalmente. Explicaciones como "Es la voluntad de Dios" o "Bonnie está feliz en el cielo" podrían ser aterradoras o confusas en lugar de reconfortantes, particularmente si la religión no ha jugado un papel clave en la vida de un niño. Pídales a los niños que expliquen con sus propias palabras lo que creen que ha sucedido o lo que piensan acerca de la muerte. Permítales expresar sus preocupaciones religiosas y espirituales. Cuando pregunten por la muerte, cambie la pregunta ("¿Qué piensas tú?") y permita que hablen libremente.
Tristeza
Los niños afligidos que están tristes o deprimidos merecen un apoyo y atención constantes para que puedan expresar su tristeza y manejar sus sentimientos. La especialista en duelo Helen Fitzgerald sugiere:
- Arte como terapia: pídale al niño que dibuje buenos y malos recuerdos de la persona que ha muerto y que comparta los dibujos con otros.
- Fotografías como terapia: pídale al niño que muestre fotografías del ser querido, describa recuerdos a otros y elabore un libro de recortes con recuerdos.
- Terapia de fantasía o "qué pasa si": pregúntele a un niño que se siente desolado por su pérdida que imagine cómo sería la vida si no estuviera tan triste.
- Terapia de ejercicios y juegos: anime a un niño deprimido a participar en actividades físicas o juegos activos. [iii]
Johnny estuvo retraído y deprimido por varios meses después de la muerte de su madre. Finalmente, su consejero de duelo le sugirió que hiciera una "caja para Dios". Podía escribir todos sus sentimientos tristes y depositarlos en la caja, y así Dios le ayudaría a sentirse mejor. Escribió una nota nueva casi todos los días y pronto su padre se dio cuenta de que se veía más alegre.
Enojo
Con frecuencia, a los niños les resulta más fácil sentirse enojados que tristes o culpables. Sin embargo, la ira debe expresarse para que no se intensifique ni se alimente de sí misma. Los adultos pueden ayudar a los niños a aprender a expresar la ira de manera constructiva para que no se convierta en depresión o rabia fuera de control.
- Déjelos que descarguen la ira físicamente: permita que los niños disipen la ira corriendo, haciendo ejercicio, haciendo garabatos en un papel, rasgando un papel, cantando o esculpiendo arcilla.
- Haga preguntas cuando la ira no esté al máximo. Espere hasta que la intensidad de la ira disminuya para hacer preguntas a los niños sobre su ira. Haga preguntas abiertas, tales como "¿Qué suele hacer que te sientas enojado?" "¿Cómo te dice tu cuerpo que te estás enojando?". Examinar la ira de esta manera puede disminuir la intensidad de la emoción y darle al niño una sensación de control al aprender qué provoca una respuesta de enojo.
- Deje que el niño idee soluciones para lidiar con la ira. Pregúntele qué piensa que sería más apropiado para responder a los sentimientos de enojo, pero recuerde que los adultos son responsables de establecer límites con un niño enojado y afligido que se está comportando mal (por ejemplo, "No está bien pegarme, pero puedes golpear esta almohada en su lugar"). Mantener las reglas y tareas de la casa aumenta la sensación de normalidad y seguridad para un niño en duelo.
Stephen tenía una relación muy estrecha con su abuelo. Cuando su abuelo murió, los padres de Stephen se dieron cuenta de que empezó a maltratar a sus hermanos menores y a provocar peleas en la escuela. Llamaron a su entrenador de fútbol quien sugirió que Stephen podría "descargar" parte de su agresión quedándose después de las prácticas a "golpear" a los maniquíes de entrenamiento. Después de dos semanas de prácticas "extra", Stephen estaba mucho menos agresivo con el resto de los niños.
Culpa y arrepentimiento
Algunos niños se arrepienten de ciertos aspectos de su relación con la persona que falleció. Podrían arrepentirse de cosas que no sucedieron o no se dijeron mientras tenían el tiempo. Algunos ejemplos pueden incluir: "Nunca le dije a mi madre que la amaba", "Le mentí a mi padre y nunca le dije la verdad", "Estaba enojado con mi madre el día que murió", "No tuve la oportunidad de despedirme".
Fitzgerald describe técnicas útiles para ayudar a los niños a manejar los sentimientos de culpa y arrepentimiento.
- Escribir una carta a un ser querido: pídale al niño que describa los "asuntos pendientes" que le preocupan, o que escriba una nota sobre por qué se siente culpable. Ate la nota a un globo de helio y suéltelo en el cielo, o quémela en una hoguera y deje que el humo y las cenizas suban hacia el cielo.
- Usar el arte para trabajar con la culpa y los arrepentimientos: los niños que aún no pueden escribir pueden hacer dibujos acerca de sus inquietudes, arrepentimientos o culpa. A los niños más pequeños, una obra de títeres también puede ayudarles a manejar sus sentimientos. [iv]
Después de la muerte de su madre, el padre de Emily notó que ella parecía muy preocupada e incapaz de concentrarse en sus tareas escolares. Luego de varios meses, la remitió a la consejera escolar quien tenía experiencia con niños en duelo. Cuando ella le sugirió a Emily escribirle cartas a su madre, Emily pareció aliviada de poder comunicarse con su madre de esta manera. Emily luego le pidió a la consejera que leyera las cartas. Estaban llenas de formas en que Emily consideraba que podría haber evitado la muerte de su madre. Después de que la consejera leyera varias de estas cartas y le enseñara a Emily sobre la grave naturaleza de la enfermedad de su madre, Emily comenzó a relajarse y pudo concentrarse nuevamente en sus trabajos escolares.
Miedos
Es importante ayudar a los niños temerosos a identificar específicamente qué los asusta, y luego abordar cada miedo individualmente. Los niños temerosos generalmente necesitan que les aseguren reiteradamente que estarán bien. Un padre u otro adulto importante para el niño afligido deberían pasar tiempo solos y enfocados con él, asegurándole que es especial y amado.
Los dos hermanos de Anwar murieron en un accidente automovilístico. Anwar tuvo terror de subirse a un auto por meses después de su muerte y también tenía miedo de que alguien cercano a él muriera. Sus padres y familia le brindaron muchísimo amor y apoyo durante este tiempo. Su padre decidió ayudarlo a enfrentar su miedo de subir a un auto gradualmente. Primero, se sentaron en el auto por un largo tiempo mientras Anwar expresaba la tristeza por su pérdida y el enojo por el conductor que causó el accidente. Luego, su padre sacó el auto del camino de entrada asegurándole a Anwar que se encontraba a salvo. Al día siguiente, condujo por la calle, asegurándole a Anwar lo buen pasajero que era. Pronto Anwar pudo subir a un auto nuevamente sin temor.
Malestares físicos
El dolor puede manifestarse físicamente en los niños, tal vez como dolores de cabeza o dolor de estómago. Si un niño afligido se queja rutinariamente de síntomas físicos, pregúntele amablemente qué otros sentimientos puede tener. Incluso si los niños no revelan sus emociones de inmediato, pueden comenzar a establecer la conexión entre las emociones y la forma en que su cuerpo reacciona.
Si las quejas físicas de un niño reflejan las de la persona fallecida, recuérdele con palabras que pueda entender por qué ocurrió la muerte. Una visita al pediatra también podría ser aconsejable para que el médico pueda tranquilizar al niño y decirle que no tiene nada malo.
Jose se quejó de dolores de cabeza por semanas después de la muerte de su padre. Era el hijo mayor y sentía que tenía que ser "fuerte" para sus otros hermanos y para su madre, por lo que expresaba muy poco sus emociones. Dos meses después de la muerte de su padre, su tío le preguntó a Jose si quería visitar el cementerio. A medida que se acercaban a la tumba, Jose comenzó a llorar al aproximarse a esta. Él y su tío pasaron allí varias horas mientras Jose hablaba con su padre y comentaba recuerdos con su tío. Después de ese día, Jose ya no se quejó de dolores de cabeza.
Consideración especial: Muerte de un padre o de adulto cercano
La muerte de un padre es particularmente difícil para un niño, porque los niños dependen de los padres para su supervivencia y estabilidad. Phyllis Silverman cree que la pérdida que un niño siente profundamente, el modo en que se habla de su padre o madre o adulto cercano fallecido, y el lugar que el padre o madre fallecido ocupaba en su vida puede ser incluso más importante que su comprensión de la muerte específica para la edad.[v] La muerte de un padre o madre también puede ser más difícil si fue repentina o si el niño carece de una figura de reemplazo sólida. [vi]
Algunos niños fantasean sobre el regreso de sus padres y otros desean morir para reunirse con sus padres fallecidos. Generalmente, éste es un deseo pasajero y no un pensamiento suicida real. No obstante, se debe indagar al niño más a fondo para explorar si tiene un plan específico o medios disponibles para llevar a cabo sus deseos.
Los niños también se acomodarán y se adaptarán a la muerte de un padre o madre a lo largo de su vida. Revisarán el significado de la muerte de sus padres en diferentes etapas del desarrollo o experimentarán la pérdida de manera diferente en eventos como la graduación, el matrimonio y el nacimiento de un hijo.
Algunos niños en duelo idealizan a sus padres o adulto cercano como una manera de conservar recuerdos placenteros y reconfortantes de cuando estaban vivos. Esto puede ser útil a menos que se interponga en el camino del niño para expresar sus sentimientos de enojo o evita que enfrente "asuntos pendientes" en la relación. El padre o madre sobreviviente debe permitir la idealización de la persona fallecida y asegurarle al niño su amor, cuidado y apoyo.
Fuentes
[i] Charles A. Corr; "What Do We Know About Grieving Children and Adolescents?", en Kenneth J. Doka, editor, Children, Adolescents and Loss: Living With Grief (Washington: Hospice Foundation of America, 2000), pág. 28.
[ii] Alan D. Wolfelt, PhD. A Child's View of Grief (Service Corporation International, 1990) página 17.
[iii] Helen Fitzgerald, The Grieving Child (Nueva York: Simon & Schuster, 1992), pág.
[iv] Helen Fitzgerald, The Grieving Child (Nueva York: Simon & Schuster, 1992), págs. 122-126.
[v] Phyllis SR. Silverman, "When Parents Die," en Kenneth J.Doka, editor, Children, Adolescents and Loss: Living with Grief (Washington: Hospice Foundation of America, 2000), pág. 221.
[vi] Atle Dyregrov, Grief in Children: A Handbook for Adults (Londres: Jessica Kingsley Publishers, 1990), pág. 31.
Referencias
Bolby, John (1980). Attachment and Loss: Loss-Sadness and Depression-Volumen III. Nueva York: Basic Books.
Cline, Karen D. et.al. (1988). A Family Guide to Helping Children Cope. California: American Cancer Society.
Doka, Kenneth J., editor. (2000). Children, Adolescents and Loss: Living with Grief. Washington: Hospice Foundation of America.
Doka, Kenneth J., editor. (1995). Children Mourning, Mourning Children. Washington: Hospice Foundation of America.
Dyregrov, Atle. (1990). Grief in Children: A Handbook for Adults. Londres: Jessica Kingsley Publishers.
Fitzgerald, Helen. (1992). The Grieving Child. Nueva York: Simon & Schuster.
Grollman, Earl. (1985). Bereaved Children and Teens: A Support Guide for Parents and Professionals. Boston: Beacon Press.
Huntley, Theresa. (1991). Helping Children Grieve. Augsburgo: Augsburg Fortress.
Kroen, William C. (1996). Helping Children Cope with the Loss of a Loved One. Minneapolis: Free Spirit Publishing, Inc.
Osterweis, Marian; Solomon, Frederic; & Green, Morris, editors. (1984). Bereavement: Reactions, Consequences and Cure. Washington: National Academy Press.
Pennells, Sr. Margaret & Smith, Susan C. (1995). The Forgotten Mourners: Guidelines for Working with Bereaved Children. Londres: Jessica Kingsley Publishers.
Wolfelt, Alan. (1983). Helping Children Cope with Grief. Bristol: Accelerated Development.
Wolfelt, Alan. (1990). A Child's View of Grief: A Guide for Caring Adults. Service Corporation International.
Worden, J. William. (2001). Children and Grief: When a Parent Dies. Nueva York: Guilford Publications.
Recursos para niños en duelo
Libros
Buscaliglia, Leo. (1982). The Fall of Freddie the Leaf. Holt, Rinehart and Winston.
Fassler, Joan. (1971). My Grandpa Died Today. Nueva York: Behavioral Publications Co.
Krementz, J. (1991). How it Feels when a Parent Dies. Knopf.
Viorst, Judith. (1972). The Tenth Good Thing About Barney. Nueva York: Atheneum.
Sitos web
www.centerforloss.com
www.griefnet.org