Consejos para visitar a alguien bajo cuidado de hospicio
Tal vez sea un compañero de trabajo o un familiar. Alguien de su iglesia, de su equipo de bolos o de su grupo de lectura. Ha estado enfermo por un tiempo; el tratamiento no ayudó. Ahora se entera de que está bajo cuidado de hospicio.
Las mejores maneras de apoyar a su amigo
Su amigo se está muriendo. Ahora parece imposible poder llamar o visitar a la persona que veía y con quien hablaba tan fácilmente. Posterga verla porque no sabe qué decir, cómo actuar.
Respire profundo. Se trata de su amigo, no de usted. Las palabras sabias obtenidas de profesionales y de personas como usted pueden ayudar. El servicio de hospicio propicia un tiempo para palabras de despedida y segundas oportunidades. Visitar a un amigo que se está muriendo será beneficioso para ambos.
Primero, por supuesto, debería ser usted mismo. Segundo, debe estar atento a las señales que su amigo le da durante la conversación. Ya sea que quiera hablar sobre la muerte o el partido de la noche anterior, usted está allí para escuchar, hacer preguntas y concentrarse en él o ella.
Si ambos se sientan en silencio, eso también está bien. Algunas conversaciones maravillosas surgen del silencio.
Pregunte si hay algo que pueda hacer, desde llenar una jarra de agua hasta pasear al perro o recoger los últimos tomates, mucho después de que su amigo se haya ido.
Planifique una visita de 15 minutos. Si va bien y su amigo tiene suficiente energía, puede quedarse más tiempo. Ya sea que su visita sea en un centro o en su hogar, tenga en cuenta los horarios y las necesidades del paciente. Pregunte si debe salir un momento en caso de que sea necesario hacer algo por el paciente.
Más formas de ser un buen visitante de pacientes de hospicio:
- Llame con anticipación y pregunte cuándo sería un buen momento para ir. Pregunte si puede traer cierta comida o regalo.
- Siéntese, no se quede parado. Quítese el abrigo. Esté al nivel de los ojos del paciente. Haga contacto visual.
- Salude como siempre lo ha hecho: un beso al aire, un gran abrazo, un apretón de manos.
- Si el paciente está muy enfermo, es posible que mire para otro lado, tenga los ojos cerrados o no responda. No se ponga ansioso. Hable en voz baja sobre un momento que hayan compartido, o sobre amigos en común que le desean lo mejor, o incluso sobre el clima. Está trayendo el don de la presencia; el sonido de su voz o el toque de su mano es suficiente.
- Hable de recuerdos compartidos. Una buena frase para empezar: "Lo que sé que voy a recordar es..."
- Visítelo más de una vez o manténgase en contacto de otras maneras: por teléfono, mensajes de texto o correo electrónico, videos cortos o mediante una carta a la antigua.
- Lea "Qué decir cuando no sabe qué decir"; los consejos son tan válidos para un amigo con enfermedad terminal como para un amigo en duelo.
- Deje que la conversación vaya donde el paciente quiera que vaya. Escuche su ira o sus miedos o lágrimas. O no hable de la muerte y de morir en absoluto, si no se toca el tema.
- Está bien reír.
- Si le confía sus sentimientos, no corrija ni pontifique, ni hable sobre sus sentimientos. Usted está allí para escuchar.
- Si está en otro mundo, acompáñelo allí. Un veterano puede estar peleando una batalla; una mujer de 93 años podría pensar que está en la casa con su mamá y su papá. No trate de razonar con él o ella. Podría hacer preguntas sobre lo que está viviendo. O, con tacto y un tono dulce, ofrézcale la seguridad de que está a salvo y usted está justo allí al lado.
- No prometa que volverá, a menos que lo vaya a cumplir. Diga la verdad: el amor que le tiene, que está orando o que piensa en él o ella, y que se alegra de haber venido.
- Si no encuentra el coraje para hacer la visita, piense en los motivos de su reticencia. ¿De dónde provienen esos sentimientos? ¿A qué le teme? ¿Qué haría falta para literalmente estar allí para un amigo que está muriendo?