La crisis del SIDA: nuestra contribución en atención de pacientes y protocolos para VIH/SIDA en los años 1980-90
Una enfermedad desconocida sin tratamientos conocidos
¿Cómo fue prestar cuidados de hospicio a pacientes en los años 1980-90 que estaban muriendo de una enfermedad desconocida sin tratamientos conocidos?
Empleados de VITAS permanentes que trabajaron en equipos exclusivos de atención a pacientes con SIDA en el sur de Florida recuerdan sus experiencias como desafiantes, desgarradoras, reconfortantes e inmensamente gratificantes de maneras que todavía les dan que pensar.
El único hospicio en Miami que atendió a pacientes con VIH/SIDA
"Fuimos el único hospicio en Miami en aceptar estos pacientes con equipos especializados dedicados exclusivamente a cuidar a pacientes con SIDA", recuerda Nancy Auster, RN y enfermera de admisiones. Nancy trabajó en equipos que atendían a pacientes donde sea que vivieran -en casas, en sus autos, en las calles, debajo de pasos elevados de autopistas- para asegurarse de que recibieran una atención compasiva.
Del 1980 al 2000, el SIDA mató a 450,000 estadounidenses. Para mediados de la década de 1990, los tratamientos antirretrovirales habían redefinido el VIH/SIDA como una enfermedad crónica pero tratable.
VITAS atendió a enfermos de VIH/SIDA en las calles
Desde VITAS alcanzamos muchos hitos en nuestros 40 años de historia como proveedores de cuidados de hospicio. Estamos particularmente orgullosos de la atención que prestamos y del impacto que tuvimos en la epidemia de VIH/SIDA.
"Mucha gente con VIH/SIDA estaba viviendo en la calle en esa época porque no les permitían vivir en otros lugares", recuerda Peggy Pettit, quien entonces fuera enfermera y directora de equipo de SIDA y ahora es vicepresidente ejecutiva de VITAS. Peggy recuerda el miedo, el estigma y el rechazo que muchos pacientes con SIDA enfrentaron de sus amigos, familias y hasta otros profesionales médicos.
El entonces capellán Bob Miller, que ahora es vicepresidente ejecutivo y director de cumplimiento de VITAS, describe la dedicación de los equipos al atender a los pacientes donde sea que vivieran.
"Nos encontrábamos debajo de un puente a cierta hora del día", dice Miller. "Todo el equipo -auxiliar, capellán, trabajador social- se hacía el tiempo para encontrarse con el paciente donde estuviera".